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En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

Dra. Alejandra Madrid Miller.

En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

Dra. Alejandra Madrid Miller.

En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

Dra. Alejandra Madrid Miller.

En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

Dra. Alejandra Madrid Miller.

En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

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La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

Dra. Alejandra Madrid Miller.

En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

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Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

Dra. Alejandra Madrid Miller.

En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

Dra. Alejandra Madrid Miller.

En el marco del Día Mundial de la Salud con motivo de la conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo fomentar en la población sobre hábitos saludables en la población y crear conciencia sobre las principales enfermedades que generan el mayor número de muertes en el mundo. La campaña para conmemorar este 7 de abril de 2021 de la OMS, “Construyendo un mundo más justo y saludable”, pone de manifiesto la necesidad de mejorar los servicios de salud y condiciones de vida para una buena salud.

La pandemia de la COVID -19, que ha impactado de forma importante al mundo y ha cobrado millones de vidas, afectó de manera más importante a las comunidades más vulnerables, no solo por tener menos probabilidades de acceder a servicios de salud, también se incluye aquellos con mayor riesgo de sufrir complicaciones al infectarse por el virus, como son personas que padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades pulmonares y la obesidad.

Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

Por otra parte, los granos enteros, como la avena, proporcionan antioxidantes solubles, como la vitamina E, tocotrienoles, selenio, ácidos fenólicos y ácido fítico, que tienen un efecto reductor en el proceso degenerativo o envejecimiento del cuerpo. También tienen un papel importante al actuar frente al estrés oxidativo que es el proceso que acelera el envejecimiento de las células del cuerpo y puede generar muerte celular, ocasionado por enfermedades crónicas y agudas, como la COVID-19. De hecho, llevar un patrón de alimentación saludable, variado y equilibrado, también puede conferir al paciente infectado por la COVID-19, a un estado nutricional adecuado, disminuir el riesgo complicaciones, de desnutrición y mejorar los mecanismos de defensa del organismo, con lo que se obtiene un efecto positivo para su recuperación.

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Se considera que el 80% de estas enfermedades son prevenibles, con la adopción de medidas de vida saludables que incluyen una alimentación balanceada y ejercicio. De acuerdo con la OMS, llevar una dieta saludable a lo largo de la vida ayuda a prevenir todas las formas de problemas de nutrición, así como las enfermedades crónicas que antes mencionamos. Una nutrición deficiente altera el sistema de defensas del cuerpo y nos hace más vulnerables a enfermedades, como es la COVID-19.

La alimentación sana y balanceada incluye: frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, la avena, el maíz, mijo o trigo), bajo consumo de azúcares, sal y grasas de origen animal o grasas saturadas no saludables, contenidas en alimentos industrializados y ultra procesados.

Los cereales integrales, como es la avena, por su alto contenido de fibra, proteínas, vitaminas y minerales, produce una mayor sensación de saciedad del apetito, con lo que reduce la sensación de hambre y facilita el control del peso corporal, al mismo tiempo que reduce la absorción de colesterol (grasas) y carbohidratos (azucares) en el intestino.

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